Por fin ha llegado el momento de compartir con vosotros mi guía por Suiza, un país que te va a emocionar y a sorprender como pocos en Europa. 

Cuando uno visita por primera vez un país, se hace mentalmente una idea de lo que va a encontrar. En el caso de Suiza mi imaginación se quedó realmente corta con lo que encontramos en este maravilloso país. 

La comida, la gente y sobre todo el paisaje de este país lleno de tradiciones increíbles y sobre todo lleno de una naturaleza, ha hecho que caiga rendida a sus pies y que sueñe con volver cada día desde que dejamos Suiza. 

Tuvimos la suerte de que Turismo de Suiza nos hicieran un recorrido ad hoc, dedicado a Loleta en el que descubrimos un país que es mucho más que queso y chocolate pero en el que los amantes del buen comer tienen un paraíso por descubrir. 

Comenzamos nuestro viaje en Engelberg donde tuvimos la suerte de poder visitar dos queserías, una de ellas alpina y donde subimos al Titlis, una montaña a más de 3000 metros de altura y desde la que puede casi tocarse con los dedos el Monte Cervino. 

Recorrimos Lucerna y Emmental donde tuvimos la suerte de visitar una granja local y donde disfrutamos de una de las actividades más divertidas del viaje: un paseo en bicicleta eléctrica por las montañas más auténticas de Suiza. 

Le siguieron el cantón de Jura y Neuchatel, el cantón de Friburgo con algunas de las ciudades más bonitas del país (Murten y Friburgo son mágicas) y luego Gruyères.

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Este destino fue uno de los días más bonitos del viaje por varias razones

Aquí tuvimos una de las cenas más divertidas del viaje en Le Tsalé, a 30 minutos de Gruyères, donde pudimos cocinar macarrones de montaña y fondue moitié-moitié con Marielle Colliard la chef del restaurante nuestra cena: unos macarrones de montaña y una fondue moitié-moitié.

Además,  pudimos disfrutar de una de las experiencias más gratificantes de mi vida: El Desalpe en Charmey, que es la fiesta con la que los granjeros celebran el fin del verano y la vuelta de las vacas a la granja tras haber pasado el verano pastando hierba fresca en las montañas más altas. Ver todas las vacas engalanadas con sus coronas de flores y poder hacer ese camino acompañando una granja con sus gentes vestidas con los trajes regionales fue toda una experiencia.

Para último, Gruyères es una parada que no podéis perderos en vuestra visita a Suiza. Uno de los pueblos más bonitos que hemos visitado jamás y aunque muy turístico, merece al 100% la pena la parada.

Para terminar nuestra ruta, Berna, capital del país preciosa y coqueta, y Zürich la que para mí es sin duda la capital de Suiza. Una ciudad cosmopolita, llena de rincones preciosos y donde tomar una cerveza con salchichas  o un pastel con chocolate es un auténtico placer.

A lo largo de nuestra ruta conocimos y pudimos ver como se producen diferentes tipos de queso suizo::  Sbrinz, Tête de Moine, Emmentaler, Gruyere, Vacherin Fribourgeois …y también conocimos diferentes chocolaterías y fábricas de chocolate (en las que me habría encantado quedarme encerrada una noche completa y haber cumplido así uno de mis sueños).

Aún me quedan pendientes un montón de historias que os iré contando en diferentes posts, y algunas recetas pendientes de prepararos como los macarrones de montaña y por supuesto la fondue que vendrán pronto a vuestras pantallas. Sin embargo, el mouse de chocolate y los merengues secos ya los tenéis para ir entrando en situación.

La ruta que nosotros hicimos la tenéis detallada al máximo en este enlace que os lleva directamente a la web de Turismo de Suiza. Ahí vais a poder ver todos los pasos que seguimos , mis recomendaciones y detalles y ¡unas fotos preciosas!

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