Uno no decide su destino, pero si la actitud en la vida que luego marcará nuestro destino
El paso del tiempo es irremediable para todas las ciudades. Hay algunas que envejecen regular y otras en cambio, a las que el paso de los años les sientan de maravilla. Este es el caso de mi ciudad, de Málaga. Aquél que haya conocido la ciudad hace más de 15 o 20 años, se asombra hoy al reconocerla renovada y con grandes cambios.
Sin duda la peatonalización del casco histórico y sobre todo de la Calle Larios hace ya más de 12 años, convirtiéndose en una elegante plaza infinita, provocó un cambio radical en cómo vivir la ciudad, y pese a las críticas iniciales, la modificación resultó un éxito rotundo para todos: visitantes, ciudadanos y comerciantes. Signo inequívoco de mejoras es que no cesa de ampliarse el área peatonal del centro con nuevos proyectos.
Quedaba sin embargo pendiente la apertura del mar a la ciudad, del puerto cerrado que estaba destinado solo para tráfico de mercancías y de viajeros. En Diciembre de 2011, recibimos la visita adelantada de los Reyes Magos, y los malagueños fuimos obsequiados con una de las intervenciones más importante de los últimos años, y probablemente la que más ha cambiado nuestras costumbres rutinarias de paseo: la apertura del puerto a la ciudad con el Muelle Uno y el Palmeral de las Sorpresas.
Para el que no conozca la ciudad, Málaga es una ciudad construida a lo largo de la costa. Rodeada de montañas, su situación ha hecho que tenga que crecer a lo largo y no hacia el interior. El nuevo Muelle Uno ha ganado a la ciudad y a sus habitantes el placer de disfrutar del mar no solo en la época de verano sino a lo largo de todo el año.
En un muelle repleto de comercios y restaurantes, la variedad es tan grande que permite tomar algo, cenar o comer a todos los bolsillos. Esto junto con la oferta cultural y de ocio, completa el abanico de posibilidades que ofrece al visitante.
Entrando desde la Plaza de la Marina, iniciamos nuestro paseo por el Palmeral de las Sorpresas, llamado así por la cantidad de palmeras plantadas en esta zona. A lo largo de este paseo encontraremos la nueva Aula del Mar en el Museo Alborania, entidad comprometida con la conservación de los recursos naturales del mar fomentando el aprendizaje de la vida en el mar.
Un poco más adelante una terminal de cruceros nos avisa de que el nuevo puerto no solo está preparado para distraer a los malagueños sino para recibir a los viajeros que lleguen en barco.
Fuentes y restaurantes completan la oferta de este lado del muelle. Llegando a la esquina, encontramos un gran cubo de cristal donde próximamente se inaugurará el nuevo Museo Centro George Pompidou (el primero fuera de Francia) que vendrá a completar la oferta cultural de la zona.
A partir de aquí, todo lo que uno pueda imaginar para pasar un rato agradable: paseos en barco por la bahía, alquiler de bicicletas y tandems y alquiler de segway junto con mercadillos, tiendas y restaurantes forman una oferta grande de ocio y restauración y todo en un encuadre inigualable donde disfrutar desde el mar de las mejores vistas de la ciudad, solo mejoradas por aquellas que se disfrutan desde el vecino Castillo de Gibralfaro.
A lo largo de toda esta zona del muelle se encuentran atracados barcos y veleros de distinta eslora: desde veleros y catamaranes a los yates más exclusivos que podamos imaginar (visitante asiduo es el yate de Paul Allen, co-fundador de Microsoft o el del rey saudí Abdulla Al Futtaim, ambos lujosos, con helipuertos, helicópteros y piscina que hacen que parezcan más un edificio completo que un barco).
A lo largo del Muelle Uno, hay montones de tiendas bares y restaurantes donde tomar un refresco, un helado o una pizza y también donde poder disfrutar de una magnífica cena en el exclusivo restaurante de Jose Carlos García (una estrella Michelín y dos soles Repsol) con unas vistas únicas sobre el mar y la ciudad de fondo. De hecho, durante las tardes de verano, a unos precios muy económicos, podéis disfrutar de los snacks de Jose Carlos llamados «pellizquitos»
Sin duda Muelle Uno se ha convertido además en punto de encuentro de malagueños y visitantes, lo que ha hecho que siempre esté rebosante de vida. Definitivamente, un lugar para apuntar en vuestra próxima visita a Málaga.
Cuando uno piensa en pescaíto siempre piensa en Málaga. Los boquerones, que es como se nos conoce en toda España. En Muelle Uno encontraréis ademas muchos sitios para comer, y por supuesto sitios de pescado. Como el que hoy os traigo. El atún es un pescado que se asemeja al cerdo en su aprovechamiento: «hasta los andares» que decía mi abuela queriendo explicar que se puede aprovechar absolutamente todo.
El atún cocinado con cebolla consigue una jugosidad especial, pero mi hijo siempre me protestaba porque aunque le encanta el atún, no le gusta comerse la cebolla tal cual. ¿mi truco? El que os traigo hoy: pasar con ayuda de un vaso batidor toda la salsa del atún para que quede espesa y rica. ¡Se acabaron los problemas con los peques! Mi secreto del atún encebollado.