Hacía mucho tiempo que soñaba con una escapada romántica a la Provenza, recorrer los campos de lavanda, y disfrutar de la gastronomía y de los preciosos pueblos de la zona, así que cogimos un vuelo directo a Marsella y comenzamos nuestra ruta. El inicio lo tienes en el post La Provenza I. Aix en Provence, Valensole, Manosque, Roussillon y Gordes

Y este post de hoy es la continuación a una de las escapadas más bonitas que hemos hecho.

Como os decía llegamos a Marsella y en el mimo aeropuerto alquilamos un coche durante 3 días, que fue lo que duró esta escapada mágica.

L´ísle-sur-la-Sorge está atravesado por el río Sorgue tiene un encanto especial. De noche toda la rivera del río se llena de pequeñas luces de las terrazas de los restaurantes situados a un lado del río. Es una zona preciosa, con mucho ambiente en el que cenar toma un sentido especial con el correr de las aguas del río.

Esa noche dormimos en el Grand Hôtel Henri, un precioso castillo con un jardín de ensueño, habitaciones grandes y una cama para quedarse a vivir. Este es uno de los pueblos que más me gustó. Coqueto y muy francés fue una elección perfecta. esta zona de Francia es cara así que ya que te vas a gastar el dinero mucho mejor si el sitio resulta ser ideal.

Por la mañana, desayunamos en una preciosa tienda-panadería-pastelería Patisserie La Maison Jouvaud donde además de desayunar de 10 una bollería y pan deliciosos, compré unos vasos preciosos de cristal fundido hechos a mano y unos chocolatitos deliciosos. Es uno de esos sitios con mucho charm francés de los que te enamoras nada más verlos.

Dimos un paseo por este pequeño pueblo y nos dirigimos a nuestra siguiente parada.

Pusimos rumbo a Avignon donde paseamos y tuve ocasión de un poco de compreteo. Es la ciudad más grande de todas las que visitamos y tiene buen comercio. Dejamos el coche aparcado en una de las zonas de aparcamiento que hay justo fuera de la muralla, cerca del río, de modo que pudimos recorrer todo el centro andando sin ninguna complicación. Hay que tener cuidado porque el aparcamiento está regulado y hay que usar las máquinas para pagar, pero más allá de eso la mejor opción y la más barata es aparcar ahí.

Pudimos ver su Palacio papal y pasar una mañana de de compras súper completa. Hay muchas tiendas gourmet y están casi todas las firmas francesas de moda (lo que me hizo muy feliz). Paseamos por sus calles, tomamos el aperitivo y antes de comer, salimos camino de otro de los pueblos que más me gustó.

St-Remy-de-Provence, es absolutamente mágico. Como sacado de un cuento y m uy tranquilo teniendo en cuenta que lo visitamos en verano, cuando más gente hay por la zona. El único error que cometimos fue no comer e Aviñón.

Llegamos a St. Remy a las 14:30 y a esa hora ya no había ningún sitio donde comer ni donde merendar. Nada de nada. Hay que tener en cuenta que son pueblos pequeños, con pocos negocios y los que hay no siempre tienen un horario amplio.

Las tiendas de comestibles y charcuterías cierran a medio día así que ni siquiera encontramos una tienda o super donde comprar un paquete de patatas. Menos mal que llevaba un par de chocolatinas (las que había comprado esa mañana) y con eso y un refresco aguantamos hasta la noche.

El pueblo es muy agradable y pasear por sus calles muy relajante. Encontraréis tiendas muy monas con productos de la Provenza, cesterías y ropa de casa de lino. Un sitio precioso que invita a quedarte más tiempo, pero que tras nuestra  tarde de paseo, nosotros dejamos para volver a Marsella con ganas de una buena cena y de conocer la segunda ciudad más poblada de Francia.

La próxima entrega ya mismo será Marsella y la mejor bullabesa que nos hemos comido jamás

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