Luxemburgo es una de las ciudades europeas que más ganas tenía de visitar. No es que se agrande, que no lo es, ni que tenga los mejores museos, que tampoco, sin embargo este pequeño país siempre ha sido un objetivo para mi.

Llegamos al final de la tarde a nuestro hotel. La Pipistrelle se llama, y aunque es uno de esos hoteles que le llaman fantasma porque no hay nadie en recepción, la habitación era perfecta y el hotel muy cómodo y agradable. Reservamos sin desayuno porque ya tenía un sitio al que había echado un ojo para desayunar, pero el hotel resultó la mejor opción con buen WIFI y una situación fantástica.

Cenamos en Bosso Brasserie, al otro lado del río justo en frente del hotel y resultó ser una opción muy buena. Una brasserie sin pretenciones muy agradable, con velas y luces indirectas y con una carta fácil. Tomamos un schnitzel, que es el filete empanado clásico de Austria y esta zona de Europa, rösti con salmón (una torta de patata y cebolla que se sirve acompañado de diferentes cosas, en nuestro caso crema agria y salmón ahumado y que me encantan) y una Flammkueche, una especia de tarta pizza sin tomate típica de la Alsacia que se toma en esta zona (Alemania, Austria, Luxemburgo y la parte francesa alrededor de Estrasburgo) y de la que soy súper fan. Prometo traerla pronto al blog porque es lo más. de postre un Apfel Strudel con helado de vainilla. Lo mejor es que estando a 10 bajo cero solo tuvimos que cruzar la cale para volver a la calefacción de la habitación. Lo dicho super bien situado el hotel y el restaurante.

A la mañana siguiente nos levantamos muy pronto. El sol lucía sobre los tejados de una ciudad que parece salida de un cuento y aunque la temperatura era gracioma (8 grados bajo cero) el madrugón y el paseo merecieron la pena.

Luxemburgo está dividida en barrios, y a su vez en dos niveles. La parte baja bañada por el río Alzette se llama Grund. Sus calles son estrechas y en él se encuentra el Museo Nacional de Historia, la Iglesia de San Juan y las murallas de la ciudad. Es la zona que más me gustó. La más bonita, pero como es impresionante es vista desde arriba. El paseo más bonito es elk que transcurre por el Chemin de la Corniche, el Camino de la Cornisa, que transcurre sobre la muralla.

Desayunamos en Oberweiss, una de las pastelerías más increíbles de la ciudad y donde desayunar es jun auténtico placer. Los panes de masa madre y la bollería francesa croisanes incluidos son un sueño. Arriba salón de té donde poder desayunar tranquilamente y abajo una pastelería y panadería de ensueño conde comprar de todo

La ciudad es muy pequeñita, el menos su centro. Me encantó su Catedral de Santa María de Luxemburgo y el Palacio Gran Ducal que es la residencia oficial del Gran Duque de Luxemburgo junto a la Cámara de Diputados. Si seguimos andando llegaremos y la plaza de Guillermo II que es la más grande, la que marca el centro de la ciudad y en la que se encuentra el ayuntamiento.

El Monumento Dicks et Lenz, situado en la Plaza Jan Pallach, este monumento fue erigido para rendir homenaje a los dos poetas nacionales Dicks (1823-1891) y Michel Lentz (1820-1893), que escribió la letra del himno nacional. Como símbolos, un león, el animal heráldico del Gran Ducado y una inscripción que tiene el lema de los luxemburgueses: «Mir wëlle bleiwe wat mir sin», queremos seguir siendo lo que somos. Y eso espeto yo, que Luxemburgo siga siendo la ciudad de cuento que es ara que cuando vuelva, pueda volver a recorrer sus frías cales cautivada por su belleza. Otro sitio para volver y volver.

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