He visitado Cuenca varias veces a lo largo de mi vida y siempre lo he pasado muy bien. Lo primero que no podéis perderos si visitáis la provincia es la Ciudad Encantada. Situada en plena Serranía de Cuenca, se trata de un paraje natural de formaciones rocosas y con miles de años de antigüedad donde se puede aprender mucho sobre el origen de este tipo de rocas (Kársticas).
Se encuentra en Valdecabras, un pueblecito en pleno corazón del Parque Natural de la Serranía de Cuenca, y está rodeada de inmensos bosques de pinos (fue declarada Sitio Natural de Interés Nacional en 1929). Es un lugar precioso y nunca he visto nada igual: rocas con caras, con piernas…
La Ciudad Encantada es sin duda uno de los parajes más espectaculares de nuestro país. El agua, el viento y el hielo formaron estas rocas de formas caprichosas en las que se pueden ver, con un poco de imaginación, mil formas distintas, y en las que no faltan animales, edificios e incluso caras. Es muy divertido intentar buscar la perspectiva desde la que se ve esta forma o aquella.
Resulta un sitio ideal para pasear. A mi me encanta ir por la mañana, en invierno, cuando el musgo y la vegetación tienen unos verdes oscuros que hacen un contraste precioso con el gris de las rocas. (además de ahorrarte el calor que en verano puee apretar mucho). Dar un largo paseo y seguir su recorrido es muy entretenido, y hacer un poco de ejercicio hace que luego me gane la súper comida que viene después en cualquier restaurante de la ciudad.
Si vais con niños lo pasarán bomba jugando al escondite y adivinando las formas de las rocas a lo largo del recorrido (recuerdo jugar con mis hermanos a adivinar quién veía cada forma antes). Tened en cuenta que el recorrido se hace a pié en aproximadamente una hora y media (un par de kilómetros largos en un recorrido circular) y que es aconsejable iniciarlo con agua (yo siempre llevo además algún tentempié porque ¡el campo siempre me da hambre!) Aunque la visita es fácil, si queréis podéis concertar previa cita, un guía que os irá contando el origen del parque y las distintas formas a las que se asemejan las rocas.
Yo además os aconsejo si vais con tiempo y no os acompañas niños muy pequeños, aprovechar para hacer un poco de senderismo en alguna de las rutas que hay cerca del paraje y que tienen una belleza impresionante. Son rutas fáciles, en las que no es necesario ningún equipamiento específico más que unos zapatos cómodos y las ganas de respirar aire puro.
Después de hacer la ruta y de haber quemado unas cuantas calorías, llega el momento de comer. Yo siempre me acerco a Cuenca que cuenta con muchísimas opciones deliciosas. Pasear por sus calles empedradas nos traslada a otra época en la que los coches y los ruidos no tenían cabida. Recuerdo que en mi primera visita a la ciudad lo que más me impresionó fueron las Casas Colgantes o Colgadas, pero eso lo dejamos para otro día.
Con este paseo se me ha abieto además el apetito. ¿Qué tomamos? Pues os propongo un rico pollo massaman, una receta tailandesa con la que Loleta vuelve a dar la vuelta al mundo con la gastronomía. Espero que os guste