Pasear por París es siempre un placer para los 5 sentidos. Cualquier rincón es bueno, ya se lo decía Humprey Bogart a Ingrid Bergman en la mítica película Casablanca, con la tan usada frase: «Siempre nos quedará París». Sin duda uno de mis sitios favoritos son los Jardines de Tullerías (Jardin des Tuileries), situados frente al visitado Museo del Louvre y limitando con la Plaza de la Concordia.
Enclavados en parte del lugar que ocupaba el antiguo Palacio de las Tullerías (hoy existe un comité nacional que aboga por su reconstrucción), se convirtieron en los primeros jardines públicos de la capital francesa. Su nombre proviene de la antigua fábrica de tejas (tullies) que existía en el lugar. Hoy pertenecen al barrio número 1 de París (París está dividida en 20 barrios numerados en función de su cercanía al número 1, donde se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad) y han venido a convertirse en el centro neurálgico del paseo de los parisinos. Sus bancos, sus vistas al obelisco y al museo, junto con fuentes y sus magníficas esculturas lo hacen mas que aconsejable.
La primera vez que pasé una larga temporada en París, se celebraba el aniversario de la Revolución Francesa. Los jardines se convirtieron entonces en un inmenso teatro al aire libre donde vestidos de época cientos de actores recreaban en order cronológico los distintos momentos que tuvo la Revolución. Tuve mucha suerte porque fué todo un lujo ver cómo día a día la Revolución avanzaba irremediablemente al «Liberté, egalité, fraternité» (libertad, igualdad, fraternidad). Emocionante e inolvidable.
Apuntadlo en vuestra agendas como una visita imprescindible en la visita a la capital gala. Resulta un verdadero placer disfrutar de un paseo por los Jardines de las Tullerías al caer la tarde recorriendo la avenida central repleta de árboles y esculturas, mientras los típicos edificios parisinos con tejados grisáceos que la rodean nos recuerdan las imágenes de la promo de la simpática película «RataTouille».