«No esperes más, no pongas excusas. La vida es de los valientes»

Visitar grandes ciudades es siempre una aventura porque por más que las conozcas, siempre hay cambios: nuevos edificios, nuevos restaurantes, cafés, nuevas zonas de moda. Madrid, por ejemplo, es símbolo de cambio. Por más veces que la visite siempre encuentro mil cosas nuevas que ver y que probar.

Cuanto más grande sea la ciudad más cambios encontraremos en nuestra siguiente visita. Pero si hay una ciudad que lo hace todo el tiempo, que se redescubre constantemente y que tiene el poder de sobreponerse a las mayores catástrofes en tiempo récord, esa es Nueva York.

Nueva York no defrauda nunca. Da igual la época del año en la que se viaje, siempre se descubre un lado nuevo, una nueva visión de la ciudad que antes no habíamos vivido. Pero probablemente el aspecto más cambiante de la ciudad sean sus tiendas y sus restaurantes y hoteles. En la ciudad de las oportunidades encontramos mil sitios para comer, baratos, y caros, buenos y no tan buenos, normales y «paranormales»…

Para mayor satisfacción, durante mi última visita a la ciudad tuve el honor de contar con un gran Cicerone. Además de ser un gran Chef reconocido mundialmente y de tener una creatividad gastronómica privilegiada, es una gran persona. Dani García, tuvo el detallazo de compartir conmigo algunos de los sitios de su lista Top de Manhattan para desayunar, comer, cenar, tomar una copa o un tentempié. Podéis imaginaros que disfruté de lo lindo con él, y ¿cómo no?, probando muchos de los sitios que me recomendó (digo muchos porque me faltaron días para probarlos todos, pero los guardo para mi próxima visita, que además lo completaré con su Manzanilla NYC)

Uno de los sitios que más me gustó de todos fue The NoMad Hotel. El hotel cuenta entre otros, con biblioteca de lo mas chic, un bar afterwork y varios restaurantes, pero la estrella que visitamos dos veces fue el Atrium.

El hotel, situado en el 1170 Broadway con la calle 28th (ver aquí), es un oasis en medio de un barullo de tiendas de baratijas regentadas por chinos e hindúes que encontramos a esta altura de la Avenida Broadway. El mobiliario es de estilo neoyorquino de los años 50. Sobrio y de maderas oscuras combinado con unas terciopelos de colores increíbles. El restaurante está decorado en todos dorados y chocolates con una iluminación indirecta que lo hace muy íntimo. Es un restaurante poco recomendado en las guías turísticas, quizás por eso sea tan auténtico. Encontraréis a gente «guapa» de Nueva York, trajeados ellos y súper arregladas ellas, colman la barra del bar situada detrás del restaurante a horas tempranas de la tarde: el afterwork antes de cenar. El ambiente es simplemente de película.

El restaurante está dirigido por el Chef Daniel Humm prestigioso cocinero suizo, a su vez propietario y Chef del restaurante Eleven Madison Park situado en el número 11 de la Avenida Madison y poseedor de tres estrellas Michelin (su hermano mayor, como dice Dani)

La primera vez acudimos a probar su afamado desayuno. Nos decidimos por tres platos de huevos: el English Muffin relleno de huevos, queso cheddar y una deliciosa salchicha de pato, los Huevos Revueltos con Bacon crujiente servido con unas patatitas enanas asadas y que eran de de colores azul, naranja y amarillo, simplemente deliciosas, y los Huevos Benedictine realizados muy originalmente con cangrejo en lugar de con jamón y con un toque de estragón fresco, que resultaron novedosos. La bollería francesa es de mantequilla, y aunque no llega a la altura de la de Dominique Ansel, está para chuparse los dedos.

Pero Dani nos recomendó volver para probar el plato estrella del restaurante: Pollo (Roast chicken for two). Sí, sí, aunque parezca increíble, había que probar el pollo, y menos mal que lo hicimos porque no he probado uno igual. El pollo (para 2) solo se sirve en el menú de la cena, así que decidido, había que ir a cenar.

Comenzamos con los Rabanillos bañados en mantequilla de flor de sal, luego unas Crudités (verduras crudas cortadas a lo largo en palitos finos) servidas con crema de queso al cebollino y para terminar, Pollo.

Se trata de un pollo de campo asado entero relleno de foie de pato, trufa negra y brioche acompañado de cebollitas confitadas y patatas salteadas. Cuando el pollo está listo, lo traen a la mesa para que podamos disfrutar de la presentación del plato: un pollo tostado uniformemente por todos lados con un ramillete de romero fresco y cuyo aspecto dice «cómeme». Entonces lo retiran para traerlo emplatado: las pechugas limpias conservando la piel servidas individualmente con una guarnición de mini coles de Bruselas salteadas con cebollitas y lentejas (guarnición de sabor increíblemente delicado) y el resto del pollo se presenta en una mini cocotte (olla muy pequeña de hierro fundido) deshuesado y cortado en pequeños trozos aderezado con una salsa de foie. Cuando se corta la pechuga de pollo se descubre el pastel: entre la piel y la carne de la pechuga se encuentra una capa de una pasta de foie y trufa negra cuyo sabor es indescriptible: sutil y delicioso, ¡aún hoy se me hace la boca agua al pensarlo!.

Acaban de terminar las vacaciones de Navidad y el que más y el que menos tiene algunos kilos para perder después de la cantidad de recetas digeridas. No es hora de hacer pasteles ni platos suculentos, sino de platos ligeros que nos ayuden a deshacernos de esos michelines ganados en las fiestas. Pero ¿quién ha dicho que hacer dieta no puede ser y también un placer para el paladar?.

Hoy os presento una receta de pollo sencilla y deliciosa. No llega a la delicadeza del pollo del restaurante del NoMad, pero os aseguro que os chuparéis los dedos y descubriréis una receta cuanto menos… sorprendente. Si queréis ver más platos ligeros del blog, con base de verduras y hortalizas, mirad aquí. ¡¡Espero que esta os guste!!

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• Nivel de dificultad: Fácil
• Tiempo de preparación: 80 minutos (más el tiempo de maceración)
• Comensales: 4 personas

Ingredientes

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• 1 pollo de corral entero sin vísceras limpio para asar 7,00 €
• 3 cucharadas de aceite de oliva virgen extra 0,25 €
• 1 cucharada de sal gorda 0,05 €
• 1/2 cucharadita de pimienta negra fresca molida 0,05 €
• 2 cucharadas de mostaza de Dijon (yo usé una mostaza de cebollas dulces que compré en una Épicerie francesa en mi ultima visita a París. Os animo aa que uséis vuestra mostaza favorita, de cualquier sabor: cebolla, dulce, coñac, higos… siempre que sea francesa, ya que la americana resulta demasiado suave y no aportaría sabor al pollo) 0,35 €
• 2 cucharadas de albahaca fresca finamente picada 0,15 €
• 2 dientes de ajo picado (si queréis podéis sustituir los ajos picados por dos cucharaditas de pasta de ajo que venden en los supermercados. El más común es de la marca Gourmet Garden y está en refrigerados junto con las bolsas de lechugas) 0,05 €

Total 7,90 €, o lo que es lo mismo 1,97 € por persona, lo cual para un plato especial y ligero es fantástico.

Utensilios

• Horno
• Bandeja o placa de horno y una rejillas
• Tablas para cortar
• Cuchilllos, cubiertos, etc.

Maridaje

Como se trata de no ingerir muchas calorías y por supuesto nada de alcohol hasta que hayamos perdido esos kilitos, hoy os voy a recomendar mi bebida favorita. Agua con gas Perrier. Servida en un gran vaso con hielo y unas rodajas de lima, es deliciosa, refrescante, natural y no engorda ni un gramo. Solo son 0,75 € el botellín de 0,33 litros. ¿Se puede pedir más?.

Preparación

1. Con ayuda de unas servilletas de papel o un trozo de papel absorbente secar bien el pollo por todas partes tanto por fuera como por dentro.

2. Mezclar la sal gorda y la pimienta negra recién molida y masajear el pollo por dentro y por fuera cuidando de que todas las partes queden impregnadas.

3. En un bol mezclar la mostaza con la albahaca finamente picada y los ajos (o la pasta de ajo). Mezclar bien y con esta mezcla masajear el pollo por todos lados, igual que hemos hecho con la sal y la pimienta.

4. Atar los muslos para que queden prietos.. Dejar reposar el pollo toda la noche en la nevera mejor, o al menos un par de horas.

5. Precalentar el horno a 200º C. Poner una rejilla sobre la plaza de horno. Si no tenéis rejilla no os preocupéis, pero es mejor ponerla para que el pollo suelte todo el jugo.

6. Con cuidado colocar el pollo sobre la rejilla con las pechugas hacia abajo. Rociar con una cucharada de aceite de oliva. Asar durante 30 minutos.

7. Sacar el pollo del horno sin apagarlo. Con ayuda de una cuchara de palo, dar la vuelta al pollo: introducir el mango de la cuchara en el pollo, levantarlo de la rejilla y dar la vuelta para que las pechugas queden ahora boca arriba.

8. Regar con otra cucharada de aeite de oliva y devolver al horno durante otros 40 minutos aproximadamente hasta que el pollo esté completamente dorado. ¡A disfrutar!

Trucos y consejos

• – Puedes acompañar el pollo al horno con unas sencillas patatas rápidamente cocinadas en el microondas
• – No tengas miedo de usar otro tipo de mostaza

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Voy a ser un poco mala… ¿Echas de menos los dulces? Date este atracón, al menos con la vista: Sweet dreams

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