«Un hombre es viejo cuando en su cabeza los arrepentimientos sustituyen a los sueños»

Italia es siempre un sinónimo de belleza, de cultura y de buena comida. Hoy vamos a recorrer, no los canales, sino las calles de Venecia (aunque los canales está presentes por todos lados). Os he enseñado ya la Isla de Giudeca y el Gran Canal, así que nos vamos a pasear por la multitudinaria plaza de San Marcos y algunas las calles interiores que recorren una ciudad de ensueño.

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Comenzamos a pie en el puente diseñado por Palladio y Michellangelo: El famoso puente Rialto, que es el corazón geográfico de Venecia y la zona más antigua de la ciudad además de ser el único puente sobre el Gran Canal.

En pleno apogeo de la República de Venecia, el puente constituía el centro comercial de la ciudad (famosa en el mundo por sus exóticos mercados y sus bancos) siendo el punto de encuentro para conocer las últimas noticias. Entraba dentro del recorrido que llevaba a la Plaza de San Marcos y hoy sigue habiendo multitud de puestos de joyería y souvenirs aunque sus tiendas no tienen el esplendor que tuvieron en el pasado.

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Si nos adentrarnos en las entrañas de la ciudad, nos encontraremos con decorados sacados de las películas más románticas que podamos imaginar. Con pequeños restaurantes donde probar la comida del véneto, caracterizada sobre todo por pescados, pasta y pizza. Como toque dulce, sin duda el helado de Venecia, uno de los mejores de toda Italia. Ni se os ocurra sentados en la misma Plaza de San Marcos a tomar nada porque quitando su situación, lo que ofrecen suele ser en le mejor de los casos, como lo que ofrecen el resto de locales aunque con unos precios tan altos que no podréis creer que son los correctos.

Yo, os recomiendo la Osteria all’Arco. Cruzando el puente de Rialto y siguiendo el camino del mercado de pescado, se encuentra en la Calle dell’Arco, San Polo 436 donde se sirven de los mejores cichetti de la ciudad, pero sin carta, e inlcuso a veces… sin nombre. Francesco y su hijo Matteo preparan unas fantásticas gambas con puntas de espárragos blancos envueltas en bacon y salvia, calamares salteados con reducción de balsámico, tartar de atún con menta y otros crostini fríos y calientes que con un prosecco os convertirán en auténticos venecianos por un rato.

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Y cuando se visita Venecia dicen que hay que tomar un Spritz, aperitivo típico veneciano mezcla de dos vinos: uno dulce (Aperol) y otro amargo (Campari) mezclado con soda, aunque a mi me gustó mucho más el archiconocido Bellini en el Harry´s que no os podéis perder, y más si es vuestra primera ocasión (pero preparaos a las colas). El bar está cerca de la Plaza De San Marcos y es lugar de visita obligada.

Bellini es un coctel originario del Harry’s Bar donde lo han bebido concoidos personajes de la del pasado siglo, como Orson Welles o Ernest Hemingway. Fue creado por Giuseppe Cipriani en el año 1948, mezclando 2/3 de prosecco, un vino espumoso y seco italiano de color rosado que se toma de aperitivo, con 1/3 de puré de melocotón, todo ello muy frío. De forma sencilla y más casera, se puede preparar con 2/3 de champán o cava rosado y 1/3 de zumo de melocotón (si es de color rojizo mejor que mejor porque ese color rosa es lo que le dio su nombre: Del pintor renacentista Giovanni Bellini, conocido por emplear rosas en sus pinturas.

En el aspecto compras, la ciudad me decepcionó un poco, demasiado souvenirs. Aún así podréis encontrar gorros de cocinero bordados, delantales y cubiertos de madera que harán que vuestro atrezo en la cocina sea más auténticamente italiano. También es una buena oportunidad para comprar el peperoncino (pimentón italiano muy picante) que compré en un ultramarinos y que para mi es imprescindible en la pasta amatriciana.

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Aunque Venecia es una ciudad cara en todos los aspectos, más que souvenirs o moda, yo os recomendaría que os dejárais llevar por la magia del sitio. Merece la pena entrar en las pequeñas tiendas y anticuarios donde siempre podemos dar con algún tesoro a un precio no desorbitado. Y también en las tiendas artesanales donde cosen sus propios libros y libretas y donde elaboran objetos de decoración artesanales. En una de ellas compré unos corazones de alpaca para mi arbol de Navidad que lucen preciosos cada una de nuestras Navidades. Además de San Marcos y Rialto hay museos donde perderse, calles donde deambular y sobre todo un aire único que hace que visitar Venecia sea único.

Y ¿cómo no?… después de este paseo tengo ganas de picar algo. La receta de la pizza Montanara hoy me la enseñó Gabriella, mi profe de cocina italiana y es un tipo de pizza que no se hornea. Es algo distinta, pero deliciosa y a mi me gusta hacerla en porciones pequeñitas para aperitivos. Además, es más fácil de preparar y queda preciosa. Ya me contaréis… ¿No te crees que una pizza que se fríe esté buena? ¡Vente que te lo demuestro!

 

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