Que la luz que hay en tí, en tu ser interior se expanda, estés donde estés. Que los otros no lo noten, no significa que tu luz no exista. Sigue adelante con tu antorcha siempre encendida… digan lo que digan de tí

¿Parece difícil unir una fabada con China?… ¡Vamos a intentarlo! Si hay una ciudad que me cautivó desde el mismo momento en que la pisé, esa es Shanghai. Para mi es la ciudad de Asia junto con Bangkok más urbanita y alucinante que hay en todo el continente asiático.

Shanghai es una ciudad especial donde podemos montar en el tren bala para llegar al rincón más tradicional de la China antigua. Es una ciudad de contrastes con rincones mágicos. Hoy os voy a hablar de uno de los lugares que más me han gustado del mundo: el Templo del Buda de Jade, un lugar que invita a la meditación y al retiro…si no fuera por la cantidad de visitantes que siempre hay.

El templo se encuentra en la parte antigua de Shanghai, a unos 20 minutos del bullicio del Pudong, el Bundt y el Barrio Francés de la ciudad. Llama mucho la atención que este oasis de cultura esté rodeado de altos y modernísimos edificios que poco a poco se comen la parte antigua, aunque, eso sí, respetando lugares tan mágicos como los Jardines de Yuyuan y el Templo del Buda de Jade.

El Templo del Buda de Jade. Shanghai

El Templo del Buda de Jade. Shanghai

Cuenta la leyenda que durante la dinastía Qing, un monje peregrinó al Tibet desde China. En su regreso, el monje pasó por Myanmar (antes Birmania), donde le regalaron unas estatuas de Buda hechas en jade. Cuando llegó a China el monje quiso construir un templo para las estatuas.

Aunque el edificio actual no es el original, en el templo aún vive una comunidad de monjes budistas y se ha convertido en el templo más importante para esta comunidad en Shanghai.

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La figura más impresionante de todas es la del Buda sentado (tallada de una sola pieza de jade blanco), que mide 1,95 m., pesa 3 toneladas y está decorado con piedras semipreciosas. Uno no se hace a la idea de la magnitud de la figura hasta que se encuentra ante él. La expresión del Buda feliz y con los ojos cerrados, nos contagia su estado a la vez que nos da paz, la paz que rodea todos los templos budistas y que a mi me hipnotiza.

La otra figura, tallada también de una solo pieza en el mismo material, representa a un buda recostado aunque de tamaño inferior al Buda sentado.

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Destaca ademas la Cámara de los Cuatros Reyes Divinos, unas figuras impresionantes y bellísimas representativas de esta cultura milenaria, y entre los que se encuentra un pequeño Buda de oro, sonriente y panzón. Estas figuras están también muy representadas en la cultura tailandesa y son comunes en todos los países de religión budista.

Por todo el templo hay ademas otras muchas figuras de distintos materiales que los fieles cubren de cintas rojas donde están escritas las plegarias de los fieles a Buda. Faroles y bonsais adornan el exterior del templo que cuenta además con un patio interior y un estanque repleto de carpas naranjas. Los tejados del edificio son preciosos, los típicos curvados de los templos budistas y decorados con innumerables figuras de dragones y dioses.

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Pero sin duda lo que más me sorprendió del conjunto es su patio central anterior al templo, donde cada devoto realiza el ritual del fuego y el incienso antes de la oración. A su llegada al templo los fieles encienden un puñado de varitas de incienso. Las cogen entre las dos manos que sitúan a la altura de la frente, de modo que las varas de incienso quedan por encima de la cabeza (fundamental en la oración a Buda). Con las manos en esta posición y los pies juntos, los fieles se inclinan hacia delante y hacia atrás varias veces en cada una de las direcciones que marcan los puntos cardinales. Terminada la vuelta, colocan las varas en los quemadores de incienso o inciensarios como ofrendas a Buda. El ritual es bellísimo e impresionante y uno no puede más que unirse a las oraciones, hipnotizado por el halo espiritual de este templo.

Durante nuestra estancia en China de más de dos semanas, descubrimos esta cultura milenaria tan increiblemente bella, sus gentes y su gastronomía. ¿No os pasa a vosotros que cuando vais fuera de viaje, al cabo de los días echáis de menos la cocina tradicional española? Pues eso, llegamos a casa con ganas de huevos fritos con patatas, un buen vaso de vino y un delicioso plato de fabada de las de toda la vida…¿os atrevéis?…¡Pues vamos!

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