Para que los hijos tengan los pies sobre la tierra, hay que colocarles alguna responsabilidad sobre los hombros

Ya sabéis lo que me gustan a mi los mercados y tiendas de los sitios que tengo el gusto de visitar. Ya tenéis en el blog unos cuantos… y los que quedan: Greenmarket y Chelsea Market de Nueva York, el Mercado de las Especias de Estambul, el Mercado itinerante del Lago Inle en Birmania, o el de Atarazanas en Málaga. Cuando hablo de mercado incluyo en ello las tiendecitas de pueblo, a las denominadas gourmet, a las ferias e incluso los arcenes de las carreteras si fuera preciso, donde a veces encontramos vendedores que te ofrecen directamente su producción y que hacen que tenga que pararme irremediablemente para satisfacer mi curiosidad y mis ganas de comprar productos de primera de mano más directa del productor

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Cuando encima se trata de un mercado que conozco muy bien, se multiplica el placer al volver, porque ya sé lo que voy a encontrar allí que no me resulta fácil comprar en otros sitios. Y eso precisamente es lo que me pasa con el centenario Mercado de la Paz de Madrid. Un lugar donde se encuentra la máxima calidad. Cada vez que vuelvo por allí, busco lo nuevo, y lo de siempre: Ruibarbos o foie de pato artesano son algunos de mis imprescindibles.

La primera vez que fui al mercado un sábado por la mañana, el mercado bullía, con largas colas en los puestos y si te despistabas un instante te quedas sin nada. Dejadme daos algunas recomendaciones: Siempre parábamos en las pescaderías de Jose Ramón Martín y La Central, donde además de tener un magnífico género, mi hijo se aprovisionaba de cangrejos de río vivos y se empeñaba en que su padre los incluyese entre los ingredientes del fumet de los arroces en paella de los domingos. Llegó a convertirse en imprescindible

La zona de la carne sorprende por la gran variedad de puestos especializados en productos determinados: pollo, cerdo, ternera, cordero, y caza (La vianda de Julián y Carnicería Lalo son mis favoritos) y uno de pato (Pollería Daniel García), donde podréis encontrarlo fresco y cocinado, en grandes o pequeñas porciones e incluso podréis encontrar carnes no tan comunes como la de avestruz.

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El otro puesto favorito de mi hijo es sin duda Hamburguesa Nostra. Este puesto es otra línea de negocio de la más que conocida Raza Nostra del Mercado de Chamartín. En un momento dado decidieron abrir tiendas separadas especializadas en hamburguesas frescas que te llevas a casa y te preparas como más te guste. Hoy además, tienen restaurantes y corners repartidos por España donde las puedes degustar, aunque a mi siempre me gustó hacerlas en casa. Te venden el pan de brioche y hasta las salsas. Las hay de 30 clases distintas y con muchos aderezos e ingredientes diferentes como manzana, pistachos, pimentón, curry, cúrcuma y de carne de ternera de primera calidad cerdo ibérico, de cebón, de buey gallego… y hasta de Wagyu-Kobe, una pasada vamos. Dieron primero y dieron dos veces.

Si os gusta el queso, en este mercado no dejéis de visitar La Boulette. Una quesería donde podréis encontrar además, otros productos delicatessen como foie o embutidos ibéricos de primera calidad. Siempre me acerco con una idea de lo que queiro comprar, pero luego, ante tanta variedad me rindo a la aventura y termino comprando algún otro nuevo tipo.

Mi más reciente descubrimiento: Artesano de la Pasta, otro delicatessen con venta de pasta fresca de elaboración propia que hace totalmente innecesario ir a un restaurante a comer buena pasta fresca. Encontraréis además: salsas, pasta de sémola dura y postres.

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La zona de frutas, legumbres y verduras también me apasiona y es un modo fantástico de entender lo variada que resulta nuestra agricultura. Podéis encontrar básicamente todas las frutas y verduras que se producen en el país, las cuales varían en función de la temporada, pero además, hay frutas y verdura poco comunes en España, como los ruibarbos que tanto me gustan o las manzanitas francesas. Ir en otoño es todo un lujo ya que encontraréis todas las variedades posibles de setas silvestres, y la trufa (es de los mercados que la ofrecen fresca y al peso). De entre todos, me llama poderosamente la atención el puesto de Mari Carmen. Aquí encuentro siempre todo tipo de frutas y legumbres, donde compré el tesoro que hoy os traigo. Unas lentejas negras (llamadas beluga por su parecido y precio) súper sabrosas con las que disfrutaréis de lo lindo.

En vuestra próxima visita a Madrid incluidlo en vuestras agendas y daos una vuelta, incluso aunque vuestra idea no sea comprar… aunque os lo advierto, podéis acabar como yo cada vez que voy, con la maleta llena de cosas ricas de camino a casa. Con las últimas lentejas que compré preparé unas lentejas belga con chorizo y arroz para chucparse los dedos. ¿Las quieres probar? ¡Pues te invito!

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