«Emprender aventuras es robarle tiempo a la muerte»

Cheesecake de chocolate blanco en Español

El chocolate, como es sobradamente conocido, tuvo su origen en el cacao americano, concretamente en los aztecas. Lo tomaban como bebida energética, tostando las semillas de cacao, triturándolas y las hacían hervir en agua, añadiéndoles: chile, vainilla o miel para endulzarlo y harina de maiz para espesarlo, consiguiendo una bebida amarga y a veces picante.

Dicen los historiadores que fuimos los españoles los que introdujimos el chocolate en Bélgica tras traer el cacao de América. Cristóbal Colón lo acercó a Europa como presente de sus viajes para los Reyes Católicos. A partir del siglo XVII comienza a molerse y a hacerse en chocolateras, sustituyendo el agua por leche. Se convirtió en el país belga una tradición regalar chocolate como símbolo de distinción, y fué allí donde se crearon las primeras pastillas, tabletas, formas y figuras.

Bélgica, la cuna de Tintín, es de esos destinos que inicialmente se percibe gris, lluvioso y lleno de oficinas burocráticas, pero a nada que nos sepamos mover por allí, y tengo buenos amigos con los que lo he hecho mucho, encontramos un país deslumbrante con plazas y mercados impresionantes, el gótico flamígero presente en sus torres, canales fluviales de ensueño y el verde de sus campiñas. La joya del turismo belga es Flandes, y de Flandes me quedo con Brujas, sin descartar otros lugares de interés que os contaré más adelante ya que fueron todo un descubrimiento para mi. Recuerdo que la primera vez que llegué a Brujas («Brug» es puente en flamenco, de ahí su nombre) en coche, estaba lloviendo a mares, y a duras penas circulábamos por sus angostas calles empedradas hasta el Hotel… no veíamos nada. El día siguiente se presentó con un sol radiante y pudimos disfrutar de su sabor medieval, nos recibió con la magia que acostumbra, su antigüedad palpable en su arquitectura y las incomparables estampas que nos dejan sus canales que la cruzan de arriba a abajo.

Además de pasear por una ciudad que se quedó enclavada en el XVIII, tras su época dorada, y visitar todos los monumentos, murallas, torres, canales y viejos edificios de interés que son muchos y de una arquitectura estilizada y decadente reactivada con el turismo, no podéis dejar de visitar la tienda más bonita en la que he estado de regalos y artículos relacionados con la navidad, llamada De Witte Pelikaan, con dos plantas: baja y un sótano preciosos recubierto de bóvedas de piedra y ladrillo. El lugar es mágico y encantador, merece muy mucho la pena y está ubicado en una de las calles que desemboca en la Plaza principal o Markt Place (Vlamingstraat 23)

Mi otra recomendación es el restaurante Breydel The Coninc, un lugar coqueto y acogedor, situado en otra bocacalle de la misma plaza, Breidelstraat 24, donde pasamos una velada entrañable, con una cena suculenta y típicamente belga donde no faltaron los mejillones, regada con un agradable vino blanco francés, que aún recordamos con una agradable sonrisa

Como ya os he comentado alguna vez, tengo la suerte de tener algunas amigas fantásticas. Una de ellas se llama Susan y es increíble, le encanta la cocina y a las dos nos viene de casta, como al galgo, nuestra pasión por la gastronomía. Ahora vivimos en lugares distintos, pero eso no impide que nos sigamos poniendo al día de todo. A ella debo esta receta que me pareció impresionante, la tomé de su blog: Pura Vida que os invito a visitar porque encontraréis unas recetas de repostería originales y deliciosas.

Reconozco que la adapté un poco, algo de aquí, otro poco de allá… Animaos a hacer esta receta, seguro que os va a encantar tanto como le gustó a mi hijo. ¿Os atrevéis?

  • Nivel de dificultad: Fácil
  • Para doce personas
  • Tiempo de preparación: 20 minutos más unas 4 horas mínimo para enfriar

Ingredientes

Para la base de galleta:

  • 175 grs de galetas tipo Digestive 0,32 €
  • 50 grs de perlitas de chocolate 0,50 €
  • 100 grs de mantequilla derretida 0,40 €

Para el relleno de queso:

  • 350 grs de chocolate blanco 2,13 €
  • 150 ml de nata líquida 0,35 €
  • 450 grs de queso mascarpone (podéis usar mitad de queso crema tipo Philadelphia y mitad de mascarpone, pero a mi me encanta usar en esta tarta todo mascarpone) 3,51 €
  • 3 cucharadas de azúcar 0,15 €
  • una vaina de vainilla o una cucharadita de vainilla en polvo 0,15 €
  • 5 huevos 0,48 €
  • 1 cucharada y media de harina 0,08 €

Para la cobertura:

  • 150 grs de chocolate cobertura o para postres 0,66 €
  • 50 grs de nata líquida 0,12 €
  • 50 grs de mantequilla 0,20 €

Total 9,05 € entre 12 porciones generosas, 0,75 € por porción. Deliciosamente barata y cremosa.

Utensilios

  • Molde desmontable
  • Batidora eléctrica o varillas
  • Boles, cucharas de madera y cuchillos
  • Cazos y Tablas de cortar
  • Horno y microondas

Maridaje

Esta tarta de chocolate iría muy bien con una horchata fresquita ahora que estamos en verano. La leche con las chufas realzan el sabor del chocolate y el queso y la combinación resulta muy apropiada. Otro día os dejo la receta para hacerla en casa, pero mientras tanto, podéis comprarla en heladerías, horchaterías, o en el súper. La de la marca Chufi no está mal si la tomáis helada y es muy barata: 1,20 € el litro.

Preparación

1. Triturar las galletas hasta que estén totalmente deshechas. Añadir las pepitas de chocolate y la mantequilla derretida. Mezclar bien con ayuda de una cuchara. Volcar sobre un molde desmontable. Poner en la nevera para que se enfríe y la mantequilla se endurezca mientras preparáis el resto de ingredientes.

2. Poner en un bol el chocolate blanco junto con la nata líquida y derretir en el microondas. Ir probando cada 30 segundos si el chocolate está derretido. Mezclar bien y dejar enfriar.

3. Batir el queso con el azúcar, la harina y la vainilla hasta que quede una mezcla uniforme.

4. Una vez conseguida una mezcla homogénea, añadir el chocolate blanco derretido. Mezclar y añadir uno a uno los huevos.

5. Con ayuda de una cuchara, volcar la mezcla con cuidado en el molde con la base de galletas.

6. Hornear a 170º durante unos 45 minutos, teniendo cuidado de que no se queme por arriba. La tarta deberá estar un poco blanda en el centro. Sacar del horno. Esperar a que se enfríe totalmente a temperatura ambiente.

7. Una vez la tarta esté fría pasamos a preparar la cobertura de chocolate, poner en un bol el chocolate troceado, la mantequilla y la nata líquida. Ir calentando de 30 en 30 segundos para que el chocolate no se queme. Es mejor ser paciente y hacerlo poco a poco, porque si nos pasamos, el chocolate se quemará y no podremos usarlo.

8. Volcar la crema de chocolate sobre la tarta y dejar enfriar. La crema debe enfriarse bien para que al cortar la tarta, el chocolate no se derrumbe.

Esta tarta sorprende siempre porque todos esperan una tarta de queso tipo Philadelphia. La mezcla de mascarpone con chocolate blanco hace que la tarta sea especialmente cremosa y su sabor siempre da lugar a las adivinanzas, porque casi nadie es capaz de averiguar de qué está hecha. ¡Animaos porque os va a encantar!.

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